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50 sombras de grey una mirada feminista

¿En qué se basa el éxito de una trilogía escrita por una debutante en la literatura, cuyos libros fueron publicados inicialmente en formato digital por una pequeña editorial australiana? ¿Por qué hoy más de 40 millones de personas han comprado los tres tomos de Cincuenta sombras, sus derechos han sido vendidos a 40 países y los productores de La Red Social la llevaron al cine? La respuesta podría estar en una mezcla perfecta entre romanticismo y erotismo, delineado metódicamente por el psicoanálisis y el capitalismo.

La fórmula para este avasallante resultado, calificado como ‘porno para mamás’, tiene sus raíces en una hábil estrategia de marketing , donde tanto la vida de la autora como la de los personajes, generan en el lector un sentido de identificación.

Erika Leonard, E. L. James, como firma, es una mujer de 49 años que trabajó como productora, es madre de dos hijos adolescentes y está casada con el mismo hombre desde hace 20 años. Características que encajan con el común de las mujeres occidentales que constituyen su mayor público: amas de casa que abandonaron sus propósitos profesionales, primordialmente, para constituir un hogar. La autora confesó haber escrito la trilogía en medio de su crisis de la mediana edad, luego de buscar, minuciosamente entre sus sueños de infancia y encontrar el coraje para hacer lo que soñó: escribir.

Este éxito parece decirnos que se puede alcanzar el dinero y la fama cuando por fin nos decidimos a perseguir nuestros sueños.

La historia, por su parte, apela a instintos, en la mejor descripción que puede hacerse de este libro que parece ser un cuento de hadas para adultos, donde una joven virgen, inocente, vendedora en una ferretería (Anastasia), es conquistada (misteriosamente) por el mejor de la especie, un hombre atractivo, inteligente, trabajador, exitoso, filántropo y millonario (Grey) que le promete aventuras muy excitantes, ya que con dinero en este mundo capitalista todo se puede. Es la historia perfecta de la chica con una vida lineal aburrida con nada para contar, con una vida común, como casi la de la mayoría de las personas en la que, cual milagro, como -genio de lámpara mágica cumple todos nuestros deseos, — se fije en ella. Anastasia Steele según la autora tiene su timidez, inteligencia y decisión (vaya guiño a la maestra del género, Danielle Steel) .

Aquí entramos en un terreno magnifico, el de la identidad. La mayor característica de Anastasia es, precisamente, no tener ninguna. En el libro se presenta un personaje en blanco, una silueta sin características particulares. No sabemos si es bonita, fea, alta o baja. La protagonista podría ser cualquiera, como Usted tal vez. De nuevo el mensaje: todos podemos lograrlo. Una mujer puede tener a sus pies al hombre imposible sin estar dotada de ninguna espectacularidad brillante, magnifica, o cualquier cosa particular que pensemos que debe tener una mujer para conquistar al un hombre de las características de Grey. Mientras tanto, el personaje masculino está detalladamente descrito para encajar con el deseo femenino común, no solo físicamente, sino con actitudes que se esperan de un “príncipe azul”: “Nunca le había presentado una mujer a mi madre”, “no había pasado la noche con alguien”, “nunca había tenido un polvo vainilla (hacer el amor)”, “quiero conocer a tu padre” o cualquier otro comentario que re-afirme que ella es especial para él, apuntando una vez más a las lógicas del mercado donde el público femenino es la que consume actualmente la mayor cantidad de cosas , marcando un cambio de paradigma desarmando el modelo de familia estructurado por el patriarcado donde el hombre provee y una mujer sumisa espera en la casa.

Grey es un hombre directo que siempre deja claras sus intenciones, incluso las más oscuras. “No vas a hacer nada que no quieras hacer” frase altamente escuchada para la mayoría de las mujeres en su adolescencia, preferentemente antes de su primer experiencia sexual.

Este argumento parece original pero les cuento un secreto: este repertorio es repetido en cuentos y novelas románticas a lo largo de la historia. Entonces, uno de los mayores secretos del éxito editorial podría estar en que los y las lectoras han descubierto el renacer de una exploración sexual que, bajo el sello del matrimonio, se ha perdido con los años. Muchas mujeres han confesado que estos libros les permitieron experimentar por primera vez orgasmos. La trilogía avala una redefinición de los límites sexuales, y he aquí el meollo del asunto, no es con un amante, sino entre esposos/as apagados por la cotidianidad del hogar, los gastos y la crianza de los niños, siendo la rutina, nuestro mayor enemigo.

Aunque parece que los libros abordan temáticas del juego sado, la autora va más allá: apela a ese deseo inconsciente que tienen todas las parejas del mundo y “es estar preparados para vivir cualquier cosa”, explica el psicoanalista Ricardo Aponte. Y aunque la tendencia es llevar la fantasía afuera, y ser infiel, el libro parece reivindicar la idea de pareja, de matrimonio. “Así sea fantasía en gran parte”, sigue el psiquiatra.

El famoso contrato sexual en el que se establecen las condiciones de la relación de manera clara sobre lo que se quiere y lo que no, sin los rodeos y juegos que constituyen la incertidumbre de una relación de amantes. Se acuerda la monogamia entre las partes, sin unas obligaciones eternas y cotidianas que aten, solo las que proporcionen placer, ¿esto no hacen recordar al los votos “sagrados” del matrimonio?, está bien dirán algunas feministas, pero ¿qué hay de la parte del contrato que afirma? “La Sumisa acepta al Amo como su dueño y entiende que ahora es de su propiedad y que está a su disposición cuando al Amo le plazca…” considero que la autora ha sabido pintar romántica la violencia sexual contra la mujer, a decir de Marcela Lagarde con el engaño del “amor romántico”, pero el maltrato que veo es más bien psicológico, el amo y la sumisa tienen unos límites,(faltó el poner en el contrato: ¨hasta que la muerte los separe…¨) pero en el libro se extralimita. Grey despliega en principio todas las estrategias propias de control, aislamiento de la víctima, intimidación, posesividad, celos y violencia patrimonial o económica, va desde regalos, hasta elegir que auto usa Anastasia; llevados al máximo extremo, que te digan con quien ir o como vestir. Mientras se normaliza la violencia en la relación, van apareciendo las presuntas causas del “trastorno” de Grey, que disculpan descaradamente su comportamiento, su trauma desde la infancia, justificando una vez más al hombre por el daño que le hizo una mujer en su adolescencia. Una y otra vez, Anastasia está minusvalorada en su propio sufrimiento frente al sufrimiento de él: su dolor frente al supuesto dolor emocional de él, se convierte en el prototipo de mujer que perdona todo.

La eterna ilusión del amor redentor, la creencia reforzada socialmente de que las mujeres, con su amor, pueden salvar a quienes quieren. Esta creencia es quizá la más dañina, causa que millones de mujeres soporten a maltratadores, adquiriendo de esta manera lo que se llama el “síndrome de indefensión aprendida”

En definitiva 50 sombras de Grey es una novela sentimental y sigue el mismo esquema y estructura narrativa de su género, tal y como lo desarrollaron las grandes escritoras del siglo XIX: Jane Austen, las hermanas Brontë, George Eliot… pero 50 sombras de Grey contiene una inmensa confusión, una enorme trampa literaria al mezclar o confundir dos géneros novelísticos que giran ambos en torno a la educación sentimental: la novela sentimental (donde el amor profundo y comprometido triunfa sobre las dificultades) y la novela romántica donde se mostraba la mala suerte que esperaba a la protagonista si no era capaz de dominar sus emociones o por distintas razones pero casi siempre por inmadurez erraba en la elección de pareja eligiendo a hombres violentos, dominadores, crueles, alcohólicos, vagos, infieles, ricos seductores, misteriosos desconocidos, traidores, asesinos seriales…: hombres incapaces de cambiar que conducían a la protagonista al sufrimiento, a la deshonra y al rechazo social, a la pobreza extrema, la locura, al maltrato, al suicidio, en definitiva a la muerte… y, aunque la protagonista lo amara loca y apasionadamente y gritara al viento “Mi amor le cambiará”, estos hombres no cambiaban a pesar de que habitualmente ellos también tuvieran trágicos finales fruto de sus caracteres y debilidades.

Sin embargo, desde mediados del XIX y sobre todo en el siglo XX la propuesta de relación amorosa que se ha ido presentando como más atractiva y auténtica es la romántica. Hemos crecido acompañadas/os de materiales literarios y cinematográficos al estilo (Disney) que insisten una y otra vez, en la falsa idea de que el amor de una mujer buena, fiel y sincera convierte a la “bestia” en “príncipe”, ese “príncipe azul” con que tienen que soñar todas las mujeres. Y aunque las psicólogas/os y antropólogas/os feministas (que los hay) llevan décadas intentando desmontar esta idea y señalándola como una parte muy importante de la construcción del imaginario que perpetúa relaciones desiguales, desequilibradas, de dominación y maltrato, de violencia, en el siglo XXI materiales como la saga Crepúsculo de Stephanie Meyers y ahora 50 sombras de Grey insisten y perpetúan esta peligrosa idea. Materiales escritos por mujeres (50 sombras de Grey nació como copia y homenaje a Crepúsculo) y que resultan atractivos a millones de mujeres jóvenes y no tan jóvenes.

Es obvio que el componente de sexo explícito de 50 sombras de Grey actualiza y aumenta su interés o atractivo pero sigue siendo una historia donde, finalmente, triunfa el amor. Viendo los constantes ejercicios de violencia, dominación, terror o muerte que nos rodean en todo el planeta, creemos que este empeño o anhelo femenino lejos de hacer parecer a la mujeres lentas o incapaces para lo racional (como se empeña en señalar la crítica más misógina) las honra, pero también las hace manipulables y vulnerables a las múltiples maneras en las que se las somete, domina y daña en nombre del amor.

Las cuestiones a plantearnos siguen estando ahí: ¿a qué llamamos AMOR? ¿Cuántos tipos de amor somos capaces de sentir, construir o con cuántos relacionarnos? ¿A qué intereses responde que sea el “amor romántico” el que se idealiza y vende? ¿Por qué nos sigue resultando tan atractivo? En torno a ese anhelado triunfo del amor como forma de relación, ¿qué actitud —ambiciosa, transformadora o liberadora— tomaran las mujeres más allá del consumo, por millones, de materiales como Crepúsculo o 50 sombras de Grey?

Por nuestra parte, creemos que urge revisar nuestro imaginario sentimental, sexual o de relaciones en busca de otros modelos más auténticos, igualitarios, creativos, seguros y felices para el sistema de relaciones humanas en el siglo XXI.

Continuamente a lo largo del libro, la protagonista analiza las conductas de quien llama jocosamente “acosador” y “obseso del control”. Ni a Ana ni a ninguna lectora se le escapa, ni la autora tiene ninguna intención de ocultar, que Christian Grey es principalmente un maltratador.

Difícilmente, esto sería una circunstancia eximente de culpa si todas las mujeres violadas en lo ancho y largo del planeta decidieran maltratar a sus futuras parejas. En cambio, una y otra vez, Anastasia minusvalora su propio sufrimiento frente al sufrimiento de él: su dolor frente al supuesto dolor emocional de él. Una y otra vez, se valoran más o menos los gestos de amor y entrega según provengan de uno o de otra: los te quiero de él valen más por escasos y porque le cuesta más expresarlos. Los cambios de humor contantes y la continua sensación de no ser capaz de evitarlos hagas lo que hagas. Todos estos elementos, con mayor o menor intensidad, son totalmente reconocibles por cualquier mujer que haya estado alguna vez atrapada en una relación desigual, que en definitiva, son prácticamente todas, inmersas en el sistema patriarcal. Lo que personalmente me resulta más preocupante es de nuevo la eterna ilusión del amor redentor, la creencia reforzada socialmente de que las mujeres, con su amor, pueden salvar a quien quieren. El amor puede ser transformador para quien ama, pero amar a alguien nunca garantiza su transformación.

Ante estas reflexiones, hay quien dirá que es ficción, que una cosa es la fantasía y otra muy distinta la realidad. No lo pongo en tela de juicio, simplemente uno mi voz a la de todas aquellas personas que sí ven una relación entre la violencia en los medios de comunicación, videojuegos, películas y su reproducción en la vida real. Quiero aportar mi grano de arena para una lectura crítica feminista que las y los lectores de Cincuenta sombras puedan encontrar útil.

Lic. Ps. Javier J. Mangini

Terapeuta Psicoanalista

Teléfono: 099-843-381

Web:http://javiermangini.wix.com/psicologia

Mail: javiermangini@hotmail.com

CPM - Clínica Psicológica Massey

Avenida Italia 2498 - 2 480 0639

Avelino Miranda 2697 - 2 486 0639

Web: http://www.clinicamassey.com/


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